Fiambreras: ¿Un bien de Giffen?
Fiambreras: ¿Un bien de Giffen?
En una tertulia reciente comentábamos que, como consecuencia de la crisis actual, se viene imponiendo progresivamente el hábito de ir al trabajo con la comida preparada en una fiambrera y, consecuentemente, se está reduciendo el consumo de “menú económico del día” en los bares y restaurantes.
A partir de esta idea se realizaron distintas consideraciones, unas más optimistas que otras:
1.- ¿Por qué insistimos en hablar de la “crisis actual”? ¿Por qué no hablamos de la “economía actual”? Probablemente si asumiéramos la economía actual como situación normal, prosperaríamos de forma más eficiente que si seguimos “quejándonos”. (He de reconocer que soy partidario de esta idea.)
2.- Lectura negativa: los restaurantes venden menos, el negocio de restauración tiene malas perspectivas y probablemente esté perdiendo margen y reduciendo dimensión. Por tanto se reduce el empleo en este sector. No resulta aconsejable invertir en nuevas empresas en este sector.
3.- Lectura positiva: los fabricantes de fiambreras venden más. Los comercios de alimentación venden lo mismo, antes al por mayor, ahora al por menor. Y aquí aparecen nuevas oportunidades de negocio. Por ejemplo fiambreras de diseño y/o térmicas o similar, que es seguro han visto aumentada su demanda.
Y al hablar de este supuesto incremento de demanda de fiambreras recordé los denominados “Bienes de Giffen”.
¿Qué es un bien de Giffen?
Es aquel bien cuya demanda aumenta al incrementar su precio. Análogamente, cuando su precio se reduce también lo hace su demanda. ¡Ciertamente sorprendente! Decimos que tiene una curva de demanda con pendiente positiva, es decir, precio y demanda varían en el mismo sentido.
Robert Giffen fue un economista escocés que observó cómo durante la “Gran Hambruna Irlandesa” o “Hambruna Irlandesa de la Patata” (aprox 1845/1850) tanto la demanda como el precio de la patata aumentaban progresivamente.
Analicemos primero el contexto: Irlanda, en aquel momento era un país pobre y agrícola. Los agricultores irlandeses eran básicamente aparceros de los terratenientes británicos. En las tierras del “Señor” cultivaban trigo que se exportaba a Inglaterra. En casa, en el huerto familiar, cultivaban para su propio consumo patatas. Las patatas pueden llegar a rendir 4 cosechas al año y por ello era el alimento básico de la población irlandesa. En aquellos años hubo una plaga de un hongo que destruía rápidamente la cosecha por lo que la producción de patatas cayó en picado. La pobreza de la población, (su renta), no alcanzaba para otros alimentos que los básicos. Al aumentar el precio del producto básico el consumidor no puede permitirse “otros lujos” (fruta, carne, pescado). El incremento de precio del producto básico, resta capacidad adquisitiva para otros alimentos, por lo que demanda mayor cantidad del producto básico para cubrir sus necesidades mínimas de alimentación… De hecho, la situación del país en aquellos años fue tan dura que la emigración irlandesa del periodo se calcula alcanzó el millón de personas.
Resumamos el problema
¿Cómo puede ser que un aumento de precio suponga un incremento de la demanda?
Al aumentar un producto básico su precio, se reduce la renta disponible para la adquisición de otros productos de “calidad” superior. Ante la imposibilidad de cubrir las necesidades con mejores productos, éstas se cubren con mayor cantidad del producto básico, por lo que su demanda aumenta y consecuentemente también lo hace su precio.
Si mi dieta es básicamente patatas y adicionalmente algo de carne, cuando aumenta el precio de las patatas me quedo sin fondos para poder adquirir carne. Entonces aumento mi consumo de patatas ya que no puedo comer carne pero continúo teniendo hambre.
Saludos
Raimon
Última revisión: 20 de enero de 2014
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