Año 1863. Recomendaciones a los banqueros

Año 1863. Recomendaciones a los banqueros

Año 1863. Recomendaciones a los banqueros

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Soy consciente que este post de hoy no es un texto reciente, sin embargo, dada la situación actual no puedo resistir la tentación de incorporar al blog la carta de recomendaciones que Mr. Hugh McCulloch remitió a los banqueros en 1863.

Mr. Hugh McCulloch era en 1863 el interventor de la moneda, posteriormente sería el 27avo (1865-1869) y 36avo (1884-1885) Secretario del Tesoro de los Estados Unidos.

Asumo entonces que sabía de lo que hablaba. Su carta decía así:

“No conceda créditos que no estén asegurados más allá de toda contingencia razonable. No haga nada para animar o promover la especulación. Facilite solamente las transacciones que sean legítimas y prudentes. Que sus descuentos sean por un plazo tan corto como le permita el negocio de sus clientes, e insista en que el pago de todo el papel se realice al vencimiento, tanto si Vd. necesita el dinero como si no. No renueve nunca una operación o una factura simplemente porque no conozca donde colocar el dinero con la misma rentabilidad, en caso de realizarse el pago. De ningún otro modo puede Vd. controlar adecuadamente su línea de descuento, o hacerla permanentemente segura.

Distribuya sus créditos en lugar de concentrarlos en unas pocas manos. Los créditos elevados concedidos a una sociedad o individuos únicos, aunque en ocasiones pueden ser lícitos y necesarios, son generalmente poco juiciosos y frecuentemente inseguros. Los acreedores importantes pueden tener posibilidad de controlar el Banco: y cuando se produce esta relación entre un Banco y su cliente, no es difícil saber quién sufrirá finalmente las consecuencias. Cada dólar que un Banco presta por encima de su capital y reservas, lo debe, y sus gestores tienen por consiguiente la obligación más estricta hacia sus acreedores, así como a sus accionistas, de mantener sus descuentos permanentemente controlados.que no estén asegurados más allá de toda contingencia razonable. No haga nada para animar o promover la especulación. Facilite solamente las transacciones que sean legítimas y prudentes. Que sus descuentos sean por un plazo tan corto como le permita el negocio de sus clientes, e insista en que el pago de todo el papel se realice al vencimiento, tanto si Vd. necesita el dinero como si no. No renueve nunca una operación o una factura simplemente porque no conozca donde colocar el dinero con la misma rentabilidad, en caso de realizarse el pago. De ningún otro modo puede Vd. controlar adecuadamente su línea de descuento, o hacerla permanentemente segura.

Trate a sus clientes con desprendimiento, no olvidando nunca que un Banco prospera si sus clientes prosperan, pero nunca les permita que le dicten su política.

Si duda de la conveniencia de un descuento, dele al Banco el beneficio de la duda y rechácelo: no realice nunca un descuento si duda de su conveniencia. Si tiene razones para desconfiar de la integridad de un cliente, ciérrele su cuenta. No trate nunca con un bribón en la creencia de que Vd. puede impedir que le engañe. El riesgo en este caso es mayor que los beneficios.

Pague a sus empleados salarios que les permitan vivir con holgura y respetabilidad sin tener que robar y exíjales la totalidad de su tiempo. Si un empleado vive por encima de sus ingresos, despídalo. Incluso si su exceso de gastos se puede explicar en forma consistente con su integridad, aun así despídalo. La extravagancia, aunque no sea un crimen, conduce inadvertidamente al crimen. No puede ser empleado de confianza de un Banco quien gasta más de lo que gana.

El capital de un Banco debe ser una realidad, no una ficción. Y debe estar en las manos de quienes tienen dinero que prestar, y no de los necesitados de él. El interventor tratará de evitar, por todos los medios a su alcance, la creación de un capital ficticio por parte de los Bancos nacionales, mediante el uso de su propia circulación fiduciaria, o de cualesquiera otros medios artificiales; y en sus esfuerzos para conseguirlo confía poder contar con la cooperación de todos los Bancos bien dirigidos.

Persiga un negocio bancario directo, honesto y legítimo. No deje que la perspectiva de grandes beneficios le tiente a hacer nada que no esté permitido por la Ley de Moneda Nacional. Los “espléndidos financieros”, en el mundo de la Banca, son generalmente o farsantes o truhanes.”

Hoy sólo queda añadir, ¡Qué lástima que estas recomendaciones no se hayan atendido!

Saludos

Raimon

Última revisión: 13 de noviembre de 2013

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